Si merodeamos en las páginas deportivas que tratan sobre tenis, muchas de ellas anuncian catástrofes sobre Rafa e inclusive, los opinantes-comentaristas de diferente pelaje de esas notas de prensa, hasta le entierran.
Dos dedos de frente tendrían que tener esos voceros en anunciar semejante animalada y más si dan por muerto a Rafa. Si ello fuera así y por sus vómitos, el tenis pierde una de sus mejores bazas y uno podría plantearse que se acabó el tenis… ¡El tenis ha muerto!
Si dan por muerto a Rafa, no me extrañaría que las empresas de vestimenta, raqueteros, bolas, zapatillas, etc., posiblemente se darían la mano tras décadas de encarnizada batalla y de luchar por un pastel común de dividendos para repartir. Las industrias de bebidas energéticas, pizzerías como de artículos de consumo bajarían sus ventas y, a más de esto, hasta me atrevo a anunciar que hasta se iniciarían movilizaciones. El presidente de la ITF organizaría una rueda de prensa multitudinaria en la que denunciaría que: “la no existencia de tenis vulnera los más sagrados principios constitucionales”… ¡qué horror!
Ante esta debacle del tenis por la muerte de Rafa, diferentes jeques árabes crearían un nuevo deporte con normas parecidas al tenis; algo así como jugar sobre la grupa de un camello y con atuendo propio del desierto. Ante esto, seguro que Federer, Nole, Murray, etc, en representación del tenis internacional, balbucearían unas declaraciones que nadie sería capaz de traducir.
Por semejante desastre, el tito Toni y ante la desaparición de su sobrino, no es de extrañar que formará una nueva religión en la que él mismo será la reencarnación de un dios del olimpo tenístico y cuando haya averiguado el “camino de la verdad”, desde ahí comenzará a trabajar por las noches en una furgoneta repartiendo cervezas por los pubs de Manacor y por las mañanas, de taxista.
No creo que todas esas barbaridades ocurran, mientras me agrada pensar que en un potrero o en una tapia de un conurbano de cualquier ciudad, un grupo de niños vestidos de cualquier forma y despeinados, tratan con una especie de paleta y una pelota de trapo emular una “willy” o un remate. Otros, a lo mejor, en cualquier sitio perdido anudan entre dos palos una cuerda para improvisar una red… un juego de niños que quizás haga resucitar el tenis… desde esos lugares y desde la otra parte del parque oiremos… ¡qué, sacamos ya!
Llegados a este extremo y con el poco respeto y prisas de los enterradores, éstos aun no se han dado cuenta que Rafa más vale vivo que muerto… tan vivo y renovado que anda por New York para participar en el US Open y con las ventajas que aporta este GS a 5 sets cada encuentro. Lo que servirá como catalizador para deducir y asumir su rol de nivel hasta el Masters de Londres… mientras a esperar para ver qué pasa y, aun así, tengamos en cuenta que Rafa no ha muerto, le queda mucha cuerda y menos el tenis, pues eso ¡Viva el tenis!